Laia Prieto Fau

Barcelona, España, 1997.

Siempre he sido inocente. Me creía a la gente y su bondad. Hasta llegar a un punto donde la maldad no la superaba. Era pequeña, miraba el mundo desde una perspectiva de amor.
La sensación de ir en contra de tu corazón sólo se puede sanar de una manera: indagar en la comprensión profunda de uno mismo y el perdón.
Por la ansiedad que he pasado, amo el silencio. La paz de aislarme para intentar calmarme con el silencio de la vida.
De la mente en blanco surgen los pensamientos, pero la soledad es silencio en realidad, y también sirve para conocerte. Me describo como una loca que le gusta mucho imaginar; invento historias para que la gente se ría de ellas. Incluso a veces sin un hilo que se pueda seguir. Para mí la vida es el camino a nuevas posibilidades porque mi mente está llena de posibilidades, tantas me vienen a la mente; pensamientos e imágenes de tantas cosas que no puedo formar una historia de ellas, simplemente me vienen a la cabeza. Me acuerdo de mi esquizofrenia, de mi brote o trastorno de la personalidad, como lo quieran llamar los especialistas. En esa época tenía mil posibilidades, tantas, que incluso si había hilo, este se perdía.
Queremos tenerlo todo bien estructurado y cuando tienes una enfermedad, como la esquizofrenia, te lo desestructura todo; me entra miedo, y es en ese momento cuando me cuesta adaptarme a una sociedad que está estructurada, porque está llena de normas de lo que tiene que pasar y de lo que no tiene que pasar.
Llevo toda la vida huyendo, deseando que todo se me cumpliera hasta que llego a un punto que me canso y hago lo contrario. Intento amoldarme a vivir lo malo, a entenderlo, y a celebrar su aprendizaje. Entonces me aparecen personas que han madurado, que aman la diferencia, incluso la locura, aceptan con profundidad tu potencial, ese que tenías escondido.
Cada época te hace ver lo único, y parece que sea lo mejor en este momento, y lo es. La vida en el fondo no compara instantes, pero nosotros los comparamos expresamente para que sean únicos, para que podamos experimentar bien lo que es toda la realidad.
Todo el mundo ayuda a cierto dolor; incluso a cambio de dinero. Pero es en la inseguridad cuando ayudas y te decepcionas. En la inseguridad de no conocer del todo a la persona. En eso radica la magia, en ver la vida inocente, y de ahí nace la solidaridad. La ves inocente no por

Laia Prieto. Un corazón. Autora Avant Editorial

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