Antonio Vidal

Murcia, España, 1995

¿Quién soy yo? Así me comunico con esa voz que hay en mi mente a diario. ¿Qué puedo decir de mí qué no sea tuyo y de aquel? Entre portales a otros mundos mi cabeza navega en ríos secos y húmedos por las reflexivas páginas en prosa. Así me baso, así se basa el mundo en mí. No sé mucho de nada, no entiendo nada ni sé que escribo, y es más, ¿qué hago aquí escribiendo? En eso radica parte de mi belleza, en hacer algo que sale y trasciende lo que no es definible ni ético. Así de complejo, raro o fácil… no sé. ¿Y tú qué opinas? Me presento con aires del mar, como la onda de un aleteo de una mariposa, como el rugido de una nube de azúcar en una tormenta de glucosa y miel. Así de reales son mis mundos de colores pastel, de tonos claros como los ojos que me observan a diario desde las órbitas lunáticas; ¿a lo mejor son delirios de estar cuerdo en un mundo de locura? Pues bendita locura. Palabras hay muchas, pero a la vez muy pocas. Fíjate que ni las cuento, eso sí, escribir cuentos si me gusta; «una abeja fue volando y se posó en tu corazón para poder recoger el polen y reproducir tu amor por el mundo». Aquel manuscrito que encontré en un río. Aquellas historias de millones de personas que ya pasaron, que ya 13 reencarnaron, que ya fueron mil formas y ahora son tres mil versos aquí escritos y plasmados. Que sigan pasando las golondrinas por mi cabeza, como lo hacen las mil ideas, o no sé qué, eso que pasa por encima de mi cráneo a diario. De esa forma de ver y sentir tengo yo mis pupilas clavadas en el firmamento del cielo, pero es que también las tengo de esa forma, clavadas en el firmamento del mar, ya que entre reflejos se basa mi sombra, esa que puedo apreciar, esa que sobresale de mi cuerpo. Y de esa oscura forma aprendí que soy materia y energía condensada; plasmo afuera mi alma y mi energía. Tengo un «lema» en el cual no me baso ni el cual tampoco recuerdo, pero me invento unos cien a diario para dialogar con las personas que me encuentro: también con las plantas, minerales, animales, seres elementales: ángeles, elfos… Dejo paso a tu corazón y a tu cerebro para que siga pasando el tiempo y con ello me siga yo creando y formado como ser humano con tu paso por este mundo de mil misterios e incógnitas.

Antonio Vidal. Un corazón. Autor Avant Editorial

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